Cómo Dios escribe nuevas historias
- Dominique Lattimore
- 8 sept
- 5 Min. de lectura

Cuando comencé mi caminar con Dios, y al momento de bautizarme, recuerdo que todos me felicitaban: “Felicidades, ahora eres nueva en la familia” o “Eres una nueva mujer”. Y entre mi felicidad y pasión por lo nuevo que estaba viviendo con Dios, respondía con un gran ¡sí, lo soy!
Pero ahora que han pasado los años, me pregunto… ¿realmente entendía lo que estaba ocurriendo en mi vida? ¿Entendía todo lo que eso implicaba y los cambios que comenzaría a experimentar en mi nuevo camino de fe?
De eso te quiero hablar hoy: del Dios de los nuevos comienzos, aquel que a través de Cristo te encuentra para cambiarlo todo y comenzar ahora Su historia en ti. Lo hizo y continúa haciéndolo conmigo, y también lo vemos en tantos personajes de la Biblia —Abraham, David, Ruth, Pedro y el apóstol Pablo, entre otros— que comenzaron de una manera y terminaron de otra totalmente diferente: transformados, con promesas poderosas, una misión que impactó vidas y que sigue alcanzándonos hasta hoy.
Porque esa es la diferencia: cuando Dios nos toma, comienza a crear sobre un lienzo en blanco una historia que tendrá un impacto que a veces ni siquiera imaginamos, sobre los nuestros y a través de generaciones.

El principio: del caos a la belleza
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía…” Génesis 1:1-2
Cuando Dios nos encuentra, nos recibe con el mismo panorama que en el principio de la creación: un espacio de nuestra vida lleno de vacío, desorden y tinieblas.
Vacío: esa ausencia de Dios que nada ni nadie podía llenar, como vivir con un “padre ausente”.
Desorden: cuando vivimos según nuestra propia moral y conciencia, lejos de Su Palabra.
Tinieblas: sin Cristo, la luz verdadera, caminamos en oscuridad y tormentas del alma.
Lo maravilloso es que, así como creó belleza en medio del caos, Dios también puede comenzar algo nuevo y bello contigo. Tu desorden es Su lienzo en blanco, donde quiere formar algo perfecto y alineado a Su plan original.
Isaías 43:19: “Voy a hacer algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta?..."
Tu pasado no determina tu destino
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” 2 Corintios 5:17
Dios no borra tu historia, la redime. Cuando Él dice que eres nueva, significa que todo lo que fuiste, viviste y cargaste en el pasado ya no determina ni tu presente ni tu futuro.
Ser nueva en Cristo es una verdad espiritual que, con el tiempo, se va manifestando en tu vida natural: en tu mente, tu corazón, tu carácter, tu temperamento y hasta en tus circunstancias externas (familia, salud, propósito, etc.)
Tu pasado no te define más, pero sí puede convertirse en un poderoso testimonio de lo que Dios puede hacer con alguien que se rinde a Él.
Un ejemplo que me encanta es la reina Ester: huérfana, pobre, judía… y aún así Dios la levantó como reina con un propósito tan grande que era salvar a toda la nación de Israel de la misma muerte. No te parece impresionante, que para Dios tu posición social, apellido, títulos no significan nada cuando él tiene propósito con tu vida.
El rol de la rendición
Todo esto suena lindo, pero no es magia. Lo he visto en mi caminar: nada hubiese cambiado en mi vida si no me hubiese rendido a Dios.
Cada personaje bíblico que vio una nueva historia tuvo que rendirse. Somos colaboradores de Su obra y Él no hará nada sin nuestra disposición.
Rendirse significa someter el corazón con humildad, soportar con paciencia Sus procesos, confiar en Sus tiempos perfectos y obedecer Sus instrucciones incluso cuando no entendemos. El camino no siempre será fácil, pero la recompensa siempre es mayor de lo que imaginamos. Y aun en las dificultades, Su paz —esa que el mundo no puede dar ni pagar— te acompaña y sostiene.
Dios no escribe tu nueva historia con prisa, la escribe con propósito.
El costo de lo nuevo: renunciar
El precio final de nuestra vida eterna lo pagó Cristo en la cruz. Pero para recibir más de Él en esta tierra, necesitamos soltar y renunciar a lo que no puede avanzar con nosotros.
Mateo 16:24: “Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su propia manera de vivir, tomar su cruz y seguirme.”
Renunciar a:
Hábitos, vicios o patrones de carácter.
Relaciones, personas o lugares que Dios te pide dejar.
El sistema del mundo para abrazar Su Reino.
Mirar atrás mientras avanzas.
La “vieja tú”.
Y aunque duele, siempre hay una recompensa.
Mateo 19:29: “Y todo el que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos o tierras por mi nombre, recibirá cien veces más…”

El resultado: vidas transformadas
Cada vez que me encuentro con alguien de la iglesia o con una persona que comparte mi misma fe, no puedo evitar ver la mano de Dios en su vida. Todos —tú, yo, cualquiera que vuelve a Él de todo corazón— somos un testimonio viviente de algo nuevo que solo Él puede hacer. Y eso es maravilloso, porque nos recuerda que nuestro Dios no está muerto, ¡Él está vivo y sigue transformando vidas hoy!
Claro, somos colaboradores de Su obra, pero la verdad es que esos cambios jamás vienen de nuestras propias fuerzas, sino de Su poder sobrenatural. Algunos ya viven una transformación evidente, otros todavía estamos en pleno proceso, y otros apenas están comenzando. Pero sin importar la etapa en la que estemos, siempre Dios se encargará de mostrar Su gloria en alguna área de nuestra vida. Nuestro testimonio habla más fuerte que nuestras palabras, porque refleja cuán grande y poderoso es Él. Y si permanecemos fieles, Él siempre se encargará de que Su obra brille en nosotros.
Jeremías 29:11: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza."
Entonces...
Con esta palabra quiero recordarte que no importa en qué estado esté tu vida hoy ni lo imposible que parezca un cambio para ti. Dios puede. Él te ama y tiene un plan, ¡sí, lo tiene! Y ese plan siempre es bueno. Tal vez no sea en tu tiempo ni de la manera que imaginas, pero puedes estar segura de que tu Padre celestial conoce hasta los deseos más profundos de tu corazón. Él lo hará en la medida en que lo pongas en primer lugar, lo honres y confíes en Él. Lo único que debemos hacer es alinearnos con Su voluntad y aprender a seguir la dirección que nos marca el GPS del cielo.
Recuerda: Tu vieja historia puede ser el final, pero en Dios siempre hay un nuevo comienzo.
Con amor... Domi.
¿Estás lista para rendirte y dejar que Dios escriba algo nuevo en tu vida?
¿Qué estás dispuesta a soltar para avanzar hacia el plan perfecto que Él tiene para ti?






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